miércoles, 3 de abril de 2013

Su huerta




Hace años mi amigota me contó que una de estos edificios es el más estrecho de la provincia, siempre que vuelvo a casa y los veo ahí enfrente, o incluso si paso en la motora, los miro y pienso en ella. Creo recordar que el día que me contó eso fue el único que hablamos de política.

Hace una semana Andrés y yo nos comimos unos bocatas en su coche y cuando dejó de llover nos tiramos a patear por Bouzas, la conversación fue muy interesante para mí, no tanto para él que se quedó con hambre de saber más. Yo puedo contar mis experiencias, lo vivido, las situaciones que se hacían extrañamente rutinarias y mi visión ahora desde aquí, pero poco más. Como le conté, por lo menos en mi casa, no se tocaban ciertos temas y con los amigos tampoco.

Mira tú por donde, observando ahora esta imagen, veo las huertas que se asoman por encima de las casas... curioso... Mi padre tenía la suya por encima de las casas de los nacionales...

La huerta de mi padre... mejor escribo sobre eso... Se llamaba "Falcon Crest Chiqui" Un montón de escaleras de tierra por las que subías atravesando campitos de patatas, cebollas, judías, zanahorias, tomates, lechugas, pimientos, fresas, girasoles... incluso cepas de viñas... ainsssss aita... aún veo la cara de la suegri cuando Manolo quedó fichado en la frontera con Portugal por traerte el alambique, justo el año que lo habían prohibido y a tí se te ocurrió que lo necesitabas para hacer tu mega aguardiente...

La huerta, que me voy... cada diez escalones un bidón lleno de agua para poder regar. La chabolita con su nevera, genial... ese agujero excabado en la tierra, simple... eso sí con su puerta de lavadora encastrada, allí las Coca Colas siempre estaban ricas. Y ese horreo... madre mía!!!! subías esos peldañitos y a la derecha la taza y a la izquierda el lavabo, todo con su agua correspondiente. Mi sachito... mio solo, me pasaba horas dale que dale a la tierra con mi super herramienta.

Esa huerta me robó los despertares de los domingos corriendo para meterme en cama con mi padre, así que nunca terminó de contarme por qué los muebles no respiraban... Ahora cuando observo su desgarradora ausencia, lo recuerdo y sonrío. ¡¡Viejo loco!!

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