martes, 11 de marzo de 2014

Patitas



Si los novios no empiezan a comer no podemos servir a los invitados.

Así comenzó hace veinticinco años mi relación con el marisco. Aquel camarero sonreía, pero el ultimátum era claro. Agarré uno de esos bichos y comencé a chupetear patas con bastante asquito.
Esta relación ha ido evolucionando a su pesar, ahora soy capaz de mirar a esos mismos individuos con deseo.

No sé cuánto queda de aquella muchachita que se creía adulta, no sé si soy mejor o peor, sigo haciéndome miles de preguntas sobre aquella época, preguntas para las que no encuentro respuestas, preguntas que se me olvidan con el día a día y que de vez en cuando vienen a visitarme por si alguna pista encuentro.

Me gusta cuando las personas se refieren a la vida como un camino, así lo veo yo, vas continuamente encontrando cruces o en mi caso rotondas con varias salidas y cada decisión te va llevando, acercando, alejando, subiendo, bajando...Son ramas por las que viajas, más o menos placenteramente y nunca sabes cuánto de mejor o peor hubiera sido al final del recorrido escoger otra salida.

Me casé con la edad que hoy tiene mi adolescente, una locura en toda regla que me salió bien... El mejor ex y el mejor hijo... ya por aquellas rotondeaba y yo sin saberlo.











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