lunes, 1 de diciembre de 2014

Hojas




Lo mejor del otoño son las hojas, ninguna duda.

Nacen, están ahí muchos meses vestidas en tonos verdes más o menos intensos pero bastante camufladas, colgadas de sus ramas, viviendo su vida sin más... Sin más, siendo acariciadas y maltratadas por sol y lluvia, sin más, siendo alimento o cama de animalitos varios, sin más, acompañando a frutos o flores al crecer, sin más, viéndolos caer.

El otoño, el momento en que pasan a fascinarme, cuando la mayoría de ellas muere.

Algunos árboles pasan a pintarse de cientos de tonos, rojo intenso, amarillo, marrones, casi blanco... Sus hojas se están muriendo y nos regalan una despedida genial, es como una fiesta que ellas le preparasen al árbol para que no esté triste... difícil, siempre quedan maltrechos.

Clodomiro y Cucufato. He decidido que así se llaman estos dos patos, es más, estoy segura de que han nacido para llevar esos nombres. Ayer nadaban felices en su lago lleno de hojas ¿muertas? técnicamente sí, pero así como me cuesta creer en eso de la otra vida de los humanos, en las hojas está claro viendo la imagen. No sé si es mejor, pero es otra vida, corta seguro, pero acompañar a Clodo y Cucu un domingo por la mañana... bien merece la pena morirse antes.

Hoy Lunes, día libre en mi trabajo me he escapado hasta Mondariz en busca de la tercera vida de las hojas... Ahora me suena fatal con lo romántica que me había puesto pero...yo confieso!!


Nada más divertido en otoño que pisar un manto de hojas secas, oírlas crujir bajo los pies y... ¿Cómo se dice darles patadas cariñosamente? uffffff que chunga soyyyyy!!



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