El barrio

Había una vez un barrio...

Desde mis cuarenta y tres años, se me antoja una especie de decorado, aunque no en blanco y negro.

Imposible quitarle el color a ese chandal amarillo chillón y negro que no sé qué día se me ocurrió comprar con mi madre. Me niego a creer que mi querida Virgi lo haya olvidado.

Mi infancia está dentro de la pescadería de mi madre, de la Jesu. Ese diminuto local desde el que veía pasar a tantas personas...

Siendo pequeñaja a  las ocho el Cola Cao  me lo  preparaba mi hermana Chus, siempre me maravillaba que estuviese perfecto de temperatura, y antes de ir a clase, visita a la pescadería. Solía encontrar a mis padres descargando la furgoneta con el pescado, otras  veces ya estaba mi padre "sembrando" serrín por el suelo para que nadie resbalase.
Bajabas Virgi, nos íbamos, cada una con sus  libros en los brazos, los míos estrategicamente colocados. Dábamos un rodeo, con parada incluida la mayoría de las veces, siempre que paso por allí busco el balcón de tu amigo.¿Felix se llamaba?

Veo "La Toñi" esa pastelería con la gallega rubia y su hija Ana. Esas bombas tan ricas y que me dejaban ayudarles a despachar. Era más alto el mostrador que yo, pero vender gominolas olía muchísimo mejor  que vender anchoas.

En casa, cuando ya no les quedaban más fuerzas para pelear conmigo y mi desastrosa alimentación, miraban al cielo y se preguntaban de donde había salido yo!

Será hija del butanero!!

Siempre preferí eso a que me recordasen a los pobres negritos del África. Andrés me caía bien.

Andrés el butanero, hay un sonido pegado a él en mi memoria, esas bombonas, también un gesto... ese revolver el bolsillo para devolver el cambio.

Es domingo, ¿ves el coche de Pepe en el redonchel con los periodicos? Había un muchacho que siempre bajaba en bata a comprar el diario Vasco. También lo veo entre semana pisar con su mano ortopédica el sello de las quinielas.

Nuestro barrio