lunes, 13 de febrero de 2017



Y es que me paso dos horas todos los días en el coche, pero eso no es conducir.

Se fue gestando a lo largo de la semana...

Los amortiguadores te pierden aceite, guapita, estate quieta. El coche está más usado que un pasamanos, déjalo descansar.

Tengo música nueva...

¡¡¡Problema!!!

Si salgo el sábado al mediodía, llego a Pamplona para unos pintxitos y el domingo de ruta con mi hermano, vuelvo el lunes tan ricamente.

Niñaaa!! Sentidiño.

También tengo hijitis, quiero ver al pelirrojo. Y ahora que lo pienso, al otro pelirrojo, que está bajito el de Lugo.

Solución o desenlace:

Me invitaron a comer el sábado en Cambeses, extraña invitación pues cociné, pero es que se me dan bien los camarones fritos, la película entretenida, igual que digerir las primeras filloas del finde.

Loira, casita, gustito de hogar.

Domingo de regalo en Santiago con mis niños, risas, amor (que bonito) abrazos, ensalada en orinal, pulpo, churrasco,  tremendas filloas  y......

A las cinco de la tarde, por qué no salir desde Santiago a por ese abrazo Lucense? Hablamos de medio camino... ja! ya voy yo que quiero conducir.

Lugo precioso, la luz del atardecer era magia pura,  necesité pasearlo para bajar la comida, los tacones sonaban espectaculares por el empedrado de intramuros, es lo que me gusta de ellos. Una tarde magnífica con mi querido indeciso.

Y de vuelta, la ruta más corta en kilómetros y enorme en tiempo... había que disfrutar de la conducción, de mi música nueva prestada y del regustillo del finde exprimido a placer.





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