Han sido muchos años de cárcel, nada hiciste para merecerla. Esta cruel enfermedad así te castigó, decidió hacerlo, sin motivo.
En este tiempo, mientras tu empeorabas año tras año, yo me adaptaba a tu estado como podía, a veces con éxito y otras a rastras.
Soñaba que te metía en el coche y te llevaba a tu pueblo, incluso me atrevía a imaginarnos subidos en el Baldo. Llegados a ese punto, todo fluiría sólo, mecanicamente, como cuando te llevé tus bártulos de pesca y sin decir palabra los manipulaste como si el día anterior lo hubieses hecho, saliendo de tus entrañas cada gesto y abriendome las mías.
Hoy arrancamos juntos rumbo a ese recuncho que te vio nacer hace tantos. años. El formato no es el soñado pero sí el deseado hace tiempo.
Me has regalado los días más intensos, he sentido el dolor en el corazón, he gozado agarrada a tus manos. En estos días sólo importabas tú, nadie más. Ha sido un lujo ser tu hija y un honor que me dejases estar tan cerca al final.
Ayer tuve una conversación aita, de esas que hubiera podía darse en medio de la ría, me supo a ello. Y hace unas semanas pude ir a pescar... has sido tu,¿verdad?
Gracias aitachito, te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario