Las botas de Roi

Un finde de premio.

Las diez de la noche, acabo de aterrizar en casa.

El mirador de Castro, las tumbas, el mirador de la ruta del lunes, el Sil, la reitoral de Chandrexa, el balance de blancos, el arroz con leche, Manolo el de Nigrán,  Lara y su retoño de orejas saltonas, Parada de Sil, los dedos congelados, el Mao y sus pasarelas, el viento helado, madre e hija, ese examen aprobado,  Xurxo, esa ruta del Cares sin horas, adolescente con padre, mi primer profe de fotografía, Santa Cristina, modo automático...

Vuelvo feliz.

Vuelvo con la sensación haber parado el tiempo o por el contrario de haberlo estirado a placer, cualquiera de los dos modos me gusta.

Y todo gira en torno a una personilla que con la elegancia de quien parece no hacer nada nos va revelando sus tesoros. Que calcula muy mal los tiempos pero que le importa un pito aguantarnos de más, abierto a cuanta tontería se nos ocurra y tan feliz como nosotros cuando descubrimos sus lugares.

Gracias Roi, gracias porque en tus grupos hay algo distinto que no sé como se llama, pero que me gusta.

No me ha dado tiempo a ver una sola foto de las hechas estos dos días, es posible que ninguna valga un pimiento pocho, pero tengo tantas dentro de la cabezota, tantas sonrisas, tantos buenos momentos, tan cómodo todo...