lunes, 4 de abril de 2016
lluvia o nieve
Tal vez debería avergonzarme...
Lo más cerca que había estado en mi vida de la nieve densa fue un día que volviendo de Donosti paré en Padornelo a por panceta y pan de esos de rechupete. Curiosamente su pequeña iglesia estaba rodeada de un manto blanco.
Volvía con Manolo, yo aún no conducía y me había llevado a despedirme de mi hermano mayor. Fue un viaje muy duro, recuerdo ir a visitar a mi padre con Jorge y preguntarnos si sabíamos algo del mayor... Le dijimos que sí, claro, que lo acabábamos de ver y que estaba muy bien y guapo... bendita demencia pensamos, que le ha ahorrado esto.
Bajé a la iglesia y pisé toda la nieve que pude.
Ayer tenía prevista una ruta por Verín. Amenazaba lluvia, mucha lluvia y uno de mis acompañantes hizo una proposición muuuuy deshonesta que acepté sin parpadear.
¿¿Y si convertimos la lluvia en nieve??
Para una vez que ibas a ser simple caminante...el que es guía, es guía.
Nos llevaste hasta el fin del mundo por carreterucas encantadoras, llenas de curvas y árboles enormes, bosquecillos autóctonos y túneles formados por la propia vegetación que parecía querer abrazarnos.
Vimos nieve allá arriba...
y fuimos subiendo...
Y Cristina mareándose...
La lluvia, ciertamente mudó y pasó a ser...¡¡blanca!!
Parar el coche, salir o pasarle el mareo, no sé que llegó antes.
El caballero, más acostumbrado a estas faenas se refugió con su pitillito debajo del tejadillo de un lavadero, observaba encantado...
Yo no daba hecho, los bastones, la cámara, el chubasquero, las polainas, las botas... qué llevo, qué no llevo...
Y empezamos a caminar y seguía nevando y yo sin poder quitarme la sonrisa idiota de la cara.
Nos hundimos hasta las rodillas, nos tiramos en la nieve (nosotras). Le puse una bufanda a la cámara, había miles de imágenes que robar. El silencio, las carcajadas, el sonido de las pisadas...
Era mi primera vez,
Por la tarde, ya más templado todo, recorrimos un trocito de Ribeira Sacra.
Un mirador con bocatas de queso con tetilla, un antiguo castillo visigodo, "nove mitras milagreiras" el retablo de piedra al que le falta una diadema.
Te lo dije y te lo repito Roi, que viva la madre que te parió por regalarnos el día de ayer.
Por cierto... si alguien encuentra un trozo de bastón en Chandrexa de Queixa es mío... me lo dejé "espichao".
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Obviamente
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