domingo, 2 de octubre de 2016

Gracias gorda



Gracias gorda.

El plan no era este, me lo has cambiado, sin avisar, me has dejado colgada cuando ya habíamos cruzado el río y aún así, sólo puedo igual que ha hecho  Manuel, darte las gracias.

Ya estabamos adaptadas a nuestro nuevo hogar  y tu, tan feliz descubriendo mundo.

Trece años de mopas forradas de pelos hasta el infinito, de arenas repartidas por la casa, de bigotes, uñas... Trece años de mimos, ronroneos, mordiscos cada vez mejor calculados.



Eras la jefa, sin duda. Si decidías que no se leía, no se leía, si tocaba sesión de masaje de barriga, tocaba y punto. El momento me rascas era si o sí, no había escapatoria posible. En la cama mandabas tú, yo tenía el resto  que me dejases y en la postura que pudiese.



 No soportabas tener poca comida en tu comedero. Escribir en el ordenador, hoy fácil, durante estos años ha sido muy complicado. Odiabas mis escapadas, una maleta era mal rollito y a la vuelta siempre había bronca. Bebías como tu querías, esa cara de buena mirándome desde la bañera esperando que te abriera el grifo...



Has sido la compañera de Manuel. Tantas horas solo, en el piso mientras yo trabajaba, tantas horas con su gorda.

Detectabas mis estados de ánimo como un radar, me mimaste, cuidaste, nos tocó vivir momentos duros, mucho, y siempre con tus mimos me sentía mejor.






Y cuando Manuel entró en la adolescencia y querías ligar con él, las explicaciones que te daba sobre las distintas especies y la no conveniencia de una relación más allá de la que manteníais,  hablándote con mucho cariño mientras tu te retorcías mostrando lo gata que eras.




Tus paseos por el rellano... tu mandabas, como siempre, duración y distancia absolutamente imprevisibles. Había que dejar la puerta de casa abierta hasta que decidieses entrar, esta imagen de la loca paseando con Manuel tranquilamente sentado en las escaleras esperando a que la princesa decidiese entrar... Me ha partido el alma hoy oírle darte las gracias.



Ahora sí que tengo que decir que vivo sola, igual adopto al sapito con el que jugueteaste el otro día.


Buen viaje mi niña.


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