lunes, 26 de septiembre de 2016

Despierta



Siete y veinte de la mañana, suena un despertador.

El primer día de trabajo tras las vacaciones, el primero ya, totalmente trasladada al nuevo hogar, hogarcito...

Arriba Natalia, sólo son cuatro horitas, para empezar está bien, podrás con ello.

Amanece poco a poco, le cuesta mucho más que en verano pero más le costará, más nos costará.

Vamos bien, no hace frío, el potingue de desayuno que me preparo está bueno, no enciendo la radio... para qué! Un poquito de música, un invento mi nueva música, me gusta no pensar en los vecinos para ponerla.

Tranquilidad, todo controlado, ya tengo medidos los tiempos, voy bien.

Conduzco hasta el trabajo, aparco, me han entrado mensajes, charloteo un rato y me voy a por fruta.

La frutera festeja mi vuelta como si nos  hubiese tocado la lotería, la "sufro" entre risas, qué le vamos a hacer...

Miro de reojo entre los melocotones a la puerta de mi trabajo, nada, van con calma...

Ya no puedo comprar más fruta, salgo y me acerco al trabajo... hoy abre Susanita y se le han pegado las sábanas, bueno, yo no tengo prisa.

Caigo en la cuenta de que es raro que mi compi no esté por allí...

Habemus gentes que desconectamos tanto del trabajo que no sabemos el día que tenemos que volver.

Pues eso, que parece ser que esta semana es el cambio de horario al invierno y ¡¡tachannnnnn!! Esta menda no tenía que estar allí, así que pisando despacito y temiendo las carcajadas de la frutera,  me he subido al coche de muy buen humor la verdad y me he pirado, no sin antes volver a pasar delante de la puerta por si abrían  y a mi había que encerrarme en algún loquero, que todo puede ser.



¿Yo mañana me acordaré de cómo se hace mi trabajo?


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