jueves, 1 de diciembre de 2016



Y el príncipe pidió a caperucita que le regalara un anillo.

No podía pedir unas patatas, avellanas, tomates, peras, incluso nueces... No, un anillo y baratito.

La muchacha salió en busca del aro de plata, sin rumbo, ya sabemos...

Un ser incluso más bajo que ella salió a su encuentro.

-anillo buscas tengo yo

Le dijo y la llevó a su aldea.

El pequeño ser olía a pescado frito, muy frito...

-Elegir tendrás que todos tamaños entre

Caperucita no sabía cómo eran los dedos del príncipe, ni para qué dedo lo quería.

Se decidió por uno y subida a lomos de Atreyu que pasaba por allí, volvió al principado con el encargo, feliz y muerta de hambre.

Que sepáis una cosa...

Ni se enamoraron, ni besos de resurrección, ni pajaritos con ramitas ni na de na. Eso sí, reírse un rato largo.

Te quiero Príncipe.



Las luces de navidad siempre provocan algún cortocircuito en mi pequeño cerebro.

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