domingo, 16 de junio de 2019

Cuenta cuentos



" Mamá, entro en la que es mi última clase de la carrera"

Hace unos días me mandaste  ese mensaje y yo volví  a entrar con tu manita agarrada a la mía en tu cole de preescolar, en el Villa Laura, en la clase de Martina, aquella profe que se atrevió a decirme sin titubear que si tú no querías mi tortilla sería porque no estaba rica.

Y volví a sentarme en aquel banco de Coia en el que lloré aliviada cuando me llamaste gritando que habías conseguido aprobar las seis que te habían quedado para septiembre, aquellas que sacaste sin ayudas porque tú podías.

Y yo ando buscando por los cajones tiempo, tiene que estar en algún doble fondo, entre las hojas de algún libro del trastero, en el bolsillo de cualquier pantalón, en alguna de tus mochilitas. Tiempo que nos robó el trabajo, el no ser más lista, el miedo a no saber...el miedo a no poder.

Ayer te graduaste, ya eres historiador y recuerdo aquel día en que esa cosa con forma de lápiz al que le hice una cochinada, me contó que existías.
Desde ese día empecé a hablar contigo, me agarré a mi ordenador, como hoy y te empecé a contar cosas... historias. Algo más que tu sonrisa se gestaba. La herencia genética es la que es. Dicen que tu abuela contaba más que comía y tu abuelo pescaba y contaba.

Dices que tu título es el de "contador de cuentos" y a mi me parece que no puedes ser más Pedreiro, aún con ese color de pelo.

Estos años en Santiago me han alejado de ti. Un día  te das cuenta de que ese ser "tuyo" del que sabes incluso el número de pestañas que tiene, porque se las cuentas mientras duerme, ya está en otro formato. Ha pasado de ser tu piel a ser la suya y tu dejas orgullosa, que eso suceda con una sonrisa de satisfacción y un miedo infinito que te comes y con el que convives sin ñoñerías.

Ahora eres observadora y poco más, en mi caso ni tan siquiera suministradora de fiambreras universitarias. Mil achuchones las pocas veces que vienes, alguna peli con la que tu madre se duerme, huevos fritos de la mama y más achuchones mientras me arropas partiendote de risa pero lleno de ternura, el mundo al revés.
Del resto, poco sabía, hasta ayer...

Ayer te dieron un título y yo me babo, pero mi mayor premio fue verte con tus amigos, con tus compañeras de piso, con tus profesores, con tu chica, saber que eres tan consciente como yo de que de ella también es un cachito de tu graduación.
 El más sonriente de la orla, el mas guapo, que venga alguien a decirnos a Lara y a mi lo contrario, pero sobre todo, como me dijo ayer María, un hombre, ya está hecho el trabajo.

Ahora no sabemos si contarás cuentos en la caja de un supermercado, pescando o en un aula, sólo quiero que donde lo hagas seas feliz.

Yo seguiré contándote los míos mientras pueda, aunque no tenga título.





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