domingo, 4 de abril de 2021

La momia del Sil



He bromeado miles de veces en las rutas con ser la madre postiza de Roi.  Ayer mi nuera postiza me salvó los pies.


Viernes  al atardecer, llevo las mochilas llenas de "paraporsis" al coche. Para por si me quedo a dormir, para por si me voy de terma, para por si nieva, para por si erupciona un volcán,  para por si me mojo la ropa, para por si...  Además me aseguro de que en el maletero están mis botas y  la cámara cargada. todo en orden.

Mi venguita hace un respingo, intuye algo.

Sábado seis de la madrugada suena un despertador. Nunca me cuesta levantarme para esto. He quedado en Monforte y quiero disfrutar del viaje. Mi cochiño me sonríe, creo que ha dormido poco intuyendo que  volvemos a sus baches favoritos, le gustan y los de hoy, aunque aún no lo sabemos son potentes.

Música que destrozar berreando y kilómetros. Los primeros nocturnos aún y al llegar a Ourense empezamos a jugar el sol, mi coche y yo. El disco, de un naranja fosforito queriendo aparecer entre el monte y la niebla mañanera y yo bajando por la carretera sin dejarlo asomar del todo,  haciendo el amanecer eterno y precioso. No se podía parar a hacer fotos, a veces casi se agradece.

Monforte, Los Escolapios, esos edificios tremendos que siguen sorprendiéndome. Buenos recuerdos en ese pueblo, sin duda.

El primer repechito tocó en coche a la carrera con una moto detrás. A veces, llegar la primera casi a la meta no garantiza nada.

Ya estamos todos, tenemos que hacer un tramo en coche hasta la salida de la ruta. El cortejo era distinto, más corto y en coches más vacíos. Estos tiempos es lo que tienen, no se comparten coches y somos menos, casi parecía una ruta de lunes. Parecemos una boda o incluso un entierro, pero con botas de montaña. 

Es el momento del Venguita. Seis añitos acaba de cumplir y 155.000Km. Este último año sufriendo mucho por estar tantos días parado y sin poder hacer sus escapadas. Ayer disfrutó saltando, brincando, manchándose y sorteando montones de charcos  llenos de barro de inquietante profundidad. Es un renacuajo feo pero tiene alma gamberra, creo que sale a mi. 

Roi, Jose, Lu, qué más quiero para empezar una ruta? 

Cinco kilómetros después mis botas. 

Empecé en esto del caminar con ellas. Concretamente fue un regalo de cumpleaños de hace ocho años. Me iba  a hacer el Camino de Santiago y mi hijo y Manolo me las regalaron, un clásico.

Dos años después una vez que tuve mi cochiño, ya nunca salieron de él, salvo para acompañarme de ruta protegiendo mis pies.

Ayer decidieron cambiar de profesión. Lo hicieron bien, muy bien. En mitad de la ruta empezaron a deshacerse, parecía magia, me las había puesto un rato antes en perfectas condiciones. 

María me acercó una venda y unos imperdibles y yo no entendía nada pero confié, quedaban doce kilómetros... Entre risas me vendé las botas y seguí caminando. Pisé charcos de lodo, hierba seca, mojada, piedras de todos los tamaños, tierra y llegamos felices a  final de la ruta.

Me llamaron momia y yo decidí ser la faraona Nachachicha del Sil  y tal y como están los tiempos empecé poco a poco, sólo los pies y yo misma, que para algo soy tocadora profesional y autónoma.

No están acabadas, van a pasar a otro formato. Esto me recuerda conversaciones con Manu, claro. Y ya aprovecho para pedirle otras para mi cumple. Otras Chiruca, por favor. Voy anotando mamita, me dijo sin inmutarse ante la foto de mis pies vendados. Nataliadas, pensaría tan tranquilo. 

Que qué sentí ayer? Felicidad, vuelta a casa, calor de hogar en medio del monte. Roi y su banda son eso para mi.

haberlos haylos o carallo e dar con eles y yo soy super afortunada.


Gracias, mil gracias Rutea.








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