domingo, 25 de junio de 2023

Casualidad o serendipia






Esta mañana he despertado  con el sol en los ojos. Las contras de mi habitación no suelen cerrarse salvo imperativo legal y  hoy menos, que estaba pendiente del peque.

Odio las bodas, no me gusta que me inviten a ellas y todo lo que conllevan. Cierto es que ahora que  lo pienso, la única a la que he ido en estos últimos años no fui invitada, tal vez debería hacérmelo ver. Es posible que  casarme siendo una niña me dejase  algo tocada de más. Ahora que caigo, la parte contraria de aquel suceso, hoy mismo me ha dicho que hace mucho que estoy como una cabra.  No pienso psicoanalizarme, no levantemos la liebre.

Liebre no, erizo 

Ayer tenía boda. Una boda entrañable a la que no fui. También fui la invitada de honor en una ruta a la que tampoco fui. En esta última el  calor me iba a matar y encima me recomendaron llevar pantalón largo y oiga... un poquito de por favor!

Dejé aparcado el venguita e hice de copiloto tonto, me dejé llevar. En aquel momento no sabía que éramos un puñado de amigos, una especie de autobús lleno de invitados rumbo a un casamiento. Obviamente yo iba con mis mejores galas... mis pantalones cortos.


Dora la exploradora, Indiana Jones, Frakn de la Jungla, el pianista de volante, la colchoneta de fervenza, los plantadores de cerezos, Roi el erizo intrépido, la falsa víbora regordeta, Yolanda, con tu permiso, el concejal multidisciplinar, el otro venguita, las zoqueiras,  el libro sin leer, la mina de agua sin wolframio, la app pajarera, el agua para infusión a pelo, la filloa que me supo a torrija, el coche navegante y los aparatos de medida... un grupito xeitoso.

La sorpresa. 

Sorpresa la paz, sorpresa la imaginación del artista, sorpresa la complicidad entre todos estos elementos y unos cuantos más que se fueron tejiendo como el trabajo de calceta en cuero creado por una gran  gallina en su gallinero. Ayer esa gallina no me asustó, no tenía ni pico ni garras, tenía zuecos.

Mi erizo se llama Roi, como el hermanastro de mi hijo y  hoy me he comido el bizcocho que hice sabiendo que no se lo llevaría al chico de las botas.  Creo que Sálvame terminó su emisión uno de éstos  días,  será dificil desenmarañar esta saga.

Ayer palpamos que no sólo en el póker se gana con un farol  y resonó eso de que no hay mejor defensa que un buen ataque.

un regalo con piel de gallina. 

Ultimamente no hago mas que dar las gracias.



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